El mundo sería ideal para las empresas donde solo hubiera una empresa por sector, podría cobrar lo que quieras, y nadie se podría quejar. Pero lo que sucede en la realidad es que por cada producto y servicio hay cientos de negocios compitiendo por el mismo sector, ofreciendo lo mismo, y quizás mejor. Y cada día aparecen más. A veces el problema no es la competencia, sino el producto que se ofrece, y a veces el problema no es el producto en sí, sino que quizás la competencia tiene ciertas facilidades y ciertas estrategias que no se nos ha ocurrido.
Para poder solventar está inconveniente deberías saber qué hace bien la competencia, y cuáles son sus debilidades. Es el arte de la guerra aplicado a los negocios.
El arte de la guerra aplicado a los negocios para vencer a la competencia
Ya lo decía Sun Tzu, en su libro: “el arte de la guerra”
“Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”.
Si lo traducimos del campo de batalla a los negocios, sería que, si no conoces las fortalezas y debilidades de tu competencia ni las tuyas, entonces perderás unos y otros clientes.
A través de la investigación de la mayoría de nuestros competidores más fuertes, podremos saber qué cosas están haciendo bien y que es aceptado por su público. En base a ese análisis podremos copiar lo mejor en nuestro propio modelo de negocio. Copiar no es malo, eso lo hace grandes compañías a diario. Así hace Facebook, Google y muchas otras.
el Por qué todo negocio debe empezar por analizar al público objetivo
Tenemos un excesivo amor a nuestras propias ideas, creemos que lo que es bueno para nosotros lo es para todo el mundo, y resulta que el mundo tiene sus propias ideas, y lo que es bueno para uno, a otro le puede no interesar. Pues el arte de los negocios consiste en saber que es lo quiere el público. En los antiguos tiempos, saber que era lo que quería el público había que hacer una costosa investigación de mercado que incluían todo tipo de encuestas.
Hoy en día no es necesario ni siquiera hacer encuestas. Es claro que la mayor parte de nuestro tiempo la mantenemos en internet, y que todos usamos redes sociales y correo electrónico. Sucede que al llenar nuestro correo electrónico ingresamos nuestros datos personales, y lo mismo en nuestras redes sociales. Adicionalmente en ese poso de los deseos llamado Google, anotamos nuestros deseos, necesidades, temores. Luego, cuando ingresamos a una página web, con nuestro comportamiento indicamos lo que nos gusta y lo que no.
Sepan ustedes que nada de sus acciones en internet pasan desapercibidas, todos esos datos quedan guardado en los servidores de las grandes compañías, disponibles para el uso de quien lo necesite. Y los que lo necesitan somos nosotros, las empresas que debemos hacer publicidad.